El Ferrocarril Transnordestina es una carretera federal que se construye en el interior del país, por lo que se considera un objetivo audaz y desafiante. Este gran y valioso proyecto comenzó en 1998 y se espera que concluya en 2027, si se mantiene el ritmo hasta entonces.
Este megaproyecto, demostrado de ferrocarril a ferrocarril, está tomando forma. Hace tres años, el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) decidió suspender las obras. En agosto y septiembre del año pasado, se reanudaron, con el objetivo de convertir el Nordeste en el centro de las exportaciones brasileñas de mineral de hierro y granos.

Los retos del ferrocarril
El tramo ferroviario ya se concentra entre Ceará y Pernambuco, y eventualmente conectará Brasil. La construcción está programada para finalizar en 2027 y representará un importante crecimiento para el interior del país y un gran desarrollo.
Gracias a la magnitud del proyecto, el sector laboral ha experimentado un crecimiento significativo para la economía y el empleo local, a pesar de ser una región con una situación laboral precaria. El financiamiento del proyecto proviene del Gobierno Federal, el BNDES y el FNDE.
Se prevé que la extensión de la autopista tenga una longitud de 1.753 km, de los cuales 600 km ya se han completado. Si bien el proyecto es gigantesco, el costo también es proporcional, alcanzando los 13.000 millones de reales. Desde 1998, la empresa ha estado invirtiendo fondos, pero aún necesita 6.800 millones de reales para completarlo.
Aunque el Gobierno lleva años buscando retomar e invertir en la finalización de la obra, el proceso aún es lento y los desafíos del escenario actual no ayudan a esta reanudación.
No depende únicamente del gobierno; la crisis ha afectado el proceso de finalización y la inversión supera el presupuesto. Para completar la obra, se requieren recursos externos, así como una visión económica, técnica y ambiental, lo que requeriría inversión del sector privado.
