El Sindicato de Trabajadores Petroleros de Rio Grande do Norte anunció la venta de cilindros de gas por R$ 40, equivalente a la mitad del precio actual.
Así como la acción realizada frente a la sede de Petrobras en Natal, en el barrio Cidade Esperança, la iniciativa se ha realizado con éxito en otros estados.
El objetivo es explicar a la población las razones del paro de categoría que inició el 1 de febrero y que ya tiene paralizadas 91 unidades en 13 estados del país.

Así, la agenda local incluye entre sus demandas la reanudación de las inversiones de Petrobras para recuperar la producción y la capacidad de refinación de petróleo y gas.
El estado de Rio Grande do Norte fue ciertamente el segundo mayor productor de petróleo de Brasil y tuvo un pico de 110 mil barriles por día, hoy produce alrededor de 36 mil.
“Los trabajadores petroleros están haciendo una demanda sin precedentes para aumentar la producción en las unidades de Petrobras”, afirma el coordinador general de Sindipetro-RN, Ivis Corsino.
Próximamente el movimiento también luchará para revertir el desmantelamiento de la estatal y los traslados de trabajadores en todo el Sistema Petrobras a nivel nacional.
En Rio Grande do Norte, donde el sector representó, en 2018, 45% del Producto Interno Bruto (PIB) industrial, es decir, aportó R$ 437 millones.
Efectos negativos
Por analogía, las regalías van al Estado y a 97 municipios y las movilizaciones llegan al yacimiento de Alto do Rodrigues y al polo industrial.
Según Sindipetro-RN, diariamente se realizan actividades para mantener la categoría organizada y alertar a la población sobre los daños causados por la política de privatizaciones de Petrobras.
Entre las actividades realizadas en los últimos días para movilizar a los trabajadores e informar a la población están las asambleas, en sintonía con el control del flujo de vehículos en las carreteras.
A raíz de la acción del 7 de febrero en la ruta petrolera (por donde drena parte de la producción del Estado), se formó un comité de trabajo.
Además de la suspensión de los despidos masivos y el cumplimiento del Convenio Colectivo de Trabajo, los trabajadores quieren un cambio en la política de precios de Petrobras.
De esta forma, podrá seguir el ritmo del valor internacional del barril de petróleo y frenar la política de privatización económica del gobierno de Jair Bolsonaro.
Después de más de cuatro décadas de operar en el Estado, la compañía ya no ve ventajas en continuar con sus actividades y ha acelerado su proceso de salida.
Ya que dejó un saldo negativo en empleos e inversiones. Entre 2015 y 2018, cinco mil empleados fijos y subcontratados.
Petrobras no considera rentable seguir explorando campos en tierra y en aguas someras, sin embargo ha trabajado para concentrar las actividades en el área del Presal.
Según el presidente de Petrobras, Roberto Castello Branco, ya admitió el abandono de la producción en los estados del Nordeste, Norte y al Sur, dirija la atención hacia la región Sudeste.
“En un futuro próximo, hasta 2022, Petrobras será una empresa en São Paulo, Río de Janeiro y Espírito Santo”, afirmó durante un evento realizado por la Asociación Comercial.
